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Trabajando para terminar el año...

No, no es que ya esté pensando en acabar el año, ni mucho menos.; es que a estas alturas del mismo y con la de compromisos que ya tengo de por sí tengo claro que todo lo que prepare o comience a hacer no verá la luz antes de final de año... y eso con suerte ;)


En lo que concierne a ello debo decir que estoy muy orgulloso de poder adelantar parte de los borradores de la tercera parte de los "Relatos de la Nueva Era" que pasará a llamarse "La Era del Despertar" (no es definitivo), en los que encontraremos el desenlace de todo lo que se ha urdido en el "Enclave" y "Amos de la Noche". Además también tengo intención de terminar el segundo volumen de la serie "Muertos en Vida" que traerá más zombies y mucha más casquería jejeje


En lo que se refiere a nuevos proyectos estoy ilusionado por presentar algo nuevo (o no tanto según se mire XD) de lo que solo estoy esperando luz verde.


Bueno, no puedo decir más con lo que os dejo con un pequeño fragmento del borrador de lo que será el segundo volumen de "No Más Zombies" y la serie de "Muertos en Vida"... espero que lo disfrutéis ^^



 

CAPÍTULO 2: “EL PAQUETE”


Me llamo Antonio Gil, soy transportista de mercancías peligrosas… o eso quiero creer. Cuando me asignaron a este trabajo nunca pensé que pudiese ser tan complicado, la verdad. Suelo llevar un paquete “A” a un destino “B” sin mayores complicaciones. A veces sucede algo, un imprevisto, y tengo que solventarlo. No tiene mayor repercusión. Hay veces que me cuesta un poco más y otras que solo tengo que eludirlo pero siempre intento seguir adelante, sea como sea, ese es mi lema, o debería serlo si lo tuviese. Tendría que decir, en honor a la verdad, que llevo muchos años en este negocio pero cuando uno ama lo que hace no es una carga. No, no tengo familia ni amigos, conocidos ni allegados. ¿Para qué querría tenerlos? En este negocio cuantas menos cosas te aten alrededor más fácil es hacer lo que sea necesario.

¿Que si he matado a alguien? Supongo, no lo sé. ¿Acaso importa?

Puede que tenga razón; ahora mismo no hay muchas cosas que puedan importar. ¿No dijo que eran preguntas estrictamente sobre mi misión para la Compañía? Entiendo, no, está bien. Gracias.

Si no le importa me gustaría retomar donde lo dejamos antes, no me gustaría alargarme demasiado… ya me entiende, no tengo prisa ni nada pero me gustaría salir de este sitio para volver a…

…También tiene razón, no hay ningún sitio donde volver, ¿no? Tendré que darle las gracias nuevamente a su jefe por ello.

Oh, sí, ya veo, perdone, estoy divagando nuevamente.

¿Por qué quiere que le repita otra vez lo mismo? Pensé que su compañero ya había tomado nota de ello.

Ok. No, no me importa.


Con el paquete en mi coche y a salvo solo tuve que seguir las instrucciones para llegar al punto de encuentro. Unos hombres me estaban esperando pero no por ello me confié. Cuando aparqué en frente suyo mantuve las luces encendidas para darme cierta seguridad y mantuve mi pistola a mano por si fuese necesario. Siempre hay que verificar los receptores, es algo que debes aprender con rapidez.

Eran dos tipos de ropas trajeadas y gafas oscuras. Hay que ser gilipoyas para ponerse gafas de sol a las cuatro de la madrugada en una antigua fábrica de yesos pero supongo que querían aparentar. No me dieron buena espina porque su coche, aunque aparcado tras de ellos desde hacía algún tiempo, escondía a alguien en su interior. Tampoco es que fuese algo demasiado raro, ya me entiende, trato con gente que hace cosas aún más extrañas. Suponía que eran sicarios de la Compañía para recoger el paquete. Solo me importaba cobrar mi dinero, ya me entiende. Había estado en contacto con “la Voz” durante días y su “modus operandi” era siempre similar.


Si, fue así; me quedé en frente de ellos, con el maletín aún en el interior del coche, y cubierto levemente por la puerta abierta de mi vehículo mientras ellos seguían haciendo de estatuas. Muy peliculero, claro que sí. A los aficionados les mola ese rollo.

No, no desenfundé mi arma primero aunque más me hubiese valido entonces. Me fijé que ambos estaban recibiendo instrucciones por los pinganillos que llevaban pero supuse que venían de la persona del interior que permanecía oculta. Esperé un segundo, para ver si se ponían nerviosos, y luego comencé mi negociación.


-Tengo el paquete – comencé. Los hombres quedaron callados y entonces la vi. Una mujer de tacones desorbitados y vestido ajustado, larga melena oscura y maquillaje excesivo salió del coche y caminó delicadamente hacia los dos hombres. Ellos no hablaron, la dejaron a ella.


-Bien hecho – es lo único que dijo pero se quedó mirándome durante un buen rato, sin decir nada. Esa jodida diosa no apartó la mirada ni un segundo y debo admitir que tuve una erección.

Di un paso hacia atrás para recomponerme y miré un segundo al interior de mi coche para recoger el maletín. Cuando me volví hacia ellos nuevamente la mujer ya no estaba, como si nunca hubiese existido.


Ya, lo sé, no hace falta que se repita hombre. Esa mujer no sé quién coño sería pero aún tengo pensamientos… bueno ya me entiende, ¿no? Joder, no me diga que es usted… no me importa, de veras, como si le gusta chupar cebollinos verdes.

Ah, sí. El maletín, claro. Perdone.

El tema es que al volverme y no verla, con el maletín en mi mano, me di cuenta que algo no iba como debería; los dos sicarios salidos de “Men in Black” desenfundaron primero. ¡Sí, joder, claro que sí! Ya le he dicho que yo no saco mi pistola a no ser que sea estrictamente necesario y me importa una mierda lo que piense de mi gremio pero no todos somos unos jodidos calvos soplanucas como el “transporter” ese de las pelis.


Con los primeros disparos jodiéndome el coche y yo saltando al interior para cubrirme entendí que esta era la típica situación de impago por servicio realizado por lo que desenfundé mi pistola y devolví el fuego. Los cristales de la ventanilla y el parabrisas quedaron destrozados y con todos ellos salpicándome la cara y arañándome apenas pude apuntar. No soy buen tirador, ¿sabe? ¿Para qué coño necesitaría mentirle? No soy capaz de acertarle a un podrido de esos en la cabeza aunque me fuera la vida en ello. Lo único que pretendía era que esos armarios de negro se apartaran y buscaran cobertura. Muchas veces unos disparos al aire hacen que la gente que trata de matarte se preocupe más por su vida y su puntería se ve sensiblemente afectada… ¿qué? No, joder, ya le he dicho que no voy por ahí pegando tiros a diestro y siniestro. ¿Qué coño es esto, un jodido interrogatorio de la interpol?


Ok, vale… ya me calmo, no hace falta que ponga esa cara como si le fuera a saltar al cuello. Estamos hablando tranquilamente, ¿no?

Lo que le decía es que con los dos sicarios buscando cobertura a mí me dio tiempo a arrancar el coche. Por supuesto que siguieron disparándome y casi me vuelan la jodida cabeza pero aceleré a tope y me centré en lo que realmente sé hacer: conducir.

Con las balas silbándome y el coche hecho un puñetero Cristo pude salir del punto de reunión pero la yesera ya era una fiesta pública con un helicóptero y todo. Pensé que si aquel revuelo era por el paquete podría valer más de lo que me habían prometido pero en ese momento ya todo daba igual, ¿no cree?


¿Cómo?, no, perdone, no me fijé en algún rasgo distintivo de los coches que salieron tras de mí o del puto helicóptero. Le juro que la próxima vez me pararé a preguntarles. El tema es que, en la huida, sorteando obstáculos, esquivando balas y poniendo el coche al máximo, aún tuve que hacer verdaderas maniobras de profesional para despistar y mandar al carajo a algunos de esos hijos de puta. El Helicóptero era otro tema, claro. Busqué salir a una carretera más cómoda para mí y después acceder desde ella a alguna ciudad donde el helicóptero no pudiese maniobrar o llamase demasiado la atención. El coche, hecho mierda como estaba, apenas aguantó hasta la entrada de San Sebastián pero antes de verle incendiarse pude coger el maletín y correr entre las callejas para ocultarme de todo lo que me venía encima.


No sé si conoce el polígono que hay en la zona oeste. ¿No? Bueno da lo mismo. La cuestión es que a esas horas, con tanta gente pisándome los talones, decidí que ocultarme de la vista era lo mejor que podía hacer así que me metí en una de las naves abandonadas de la zona y logré encontrar un sitio lo suficientemente acogedor para descansar un rato. Estaba sangrando aún por algunos de mis cortes pero no era serio.

No, no había perdido aún el maletín. Esa cosa era mi seguro de vida y no pretendía quitarle ojo, aunque me intrigaba que pudiese haber en su interior para intentar matarme. ¿Mi reputación?, ¿qué coño quiere decir? Jamás he abierto un paquete ni fallado en un encargo… bueno, lo de Cádiz no era estrictamente… ¿a usted qué coño le parece? Déjeme en paz. Soy un profesional, joder.


….


…bueno, sí, lo abrí. ¿Qué quería que hiciera? No entiendo nada de física ni de líquidos raros. Si hubiese podido estudiar quizá ahora fuese pasto de los muertos. ¿Química? Será, no sé qué importancia puede tener que sea una cosa o la otra. A mi todo me parece igual, ya me entiende.

Las probetas y demás mierdas del maletín estaban intactas y no toqué nada porque me temía que pudiese ser algo contagioso. Aún no sé que coño era. No quiero saberlo siquiera, supongo que por eso sigo vivo, ¿no?

No son ustedes demasiado conversadores… menuda panda de burócratas. No se lo tome a mal.

Sí. Continúo.


Desperté con los primeros rayos de sol. No es que me hubiese quedado dormido ni nada de eso, que va, pero siempre tengo una pequeña siesta con un ojo abierto para reponer fuerzas. Todo parecía mucho más calmado así que revisé los alrededores y me puse en movimiento.

Con el ajetreo de todos los trabajadores y coches no me fue difícil adquirir un nuevo vehículo y ponerme cómodo unos segundos. Con el maletín a mi lado me relajé y entonces sonó el jodido móvil para darme un susto de muerte.

Era la “Voz”, su jefe o lo que sea, me reprochaba no haber acudido a la cita para la entrega pero, como le he contado, no fue así, lo que me dio a entender que había sido una encerrona de alguna otra parte implicada en estos asuntos que querían hacerse con el paquete. Quedamos en arreglarlo en pleno aquarium de la ciudad, al medio día, así evitaríamos que pudiesen inmiscuirse personas indiscretas. Yo la verdad es que ya no me fiaba demasiado de esa persona. Si nos habían hecho la putada una vez nos la podían hacer otra. Le pedí garantías pero él se limitó a darme una descripción del receptor: un abuelo de pelo canoso y barba con garrota y camisa hawaiana. Muy vistoso y fácil de identificar al menos.

Quedamos así y me dirigí a reponerme, alquilar una habitación de motel, lamer mis heridas y darme una ducha hasta la hora acordada. Necesitaba asegurarme que nadie me seguía… como le dije soy un profesional.


¿Qué? No, hombre, no soy estúpido. Me alojé en un puti apartado de la zona más céntrica. No desconfiaré nunca de una mujer desnuda y la seguridad en esos locales es de las más duras que conozco. Aún no se había creado un pánico tan grande como para que un hombre como yo no pudiese gozar de los calores de una chica. No querría entrar en detalles pero la verdad es que la muy perr… ¿perdón? Ah, sí, bueno, no se preocupe, no me acordaba de su sexualidad. Perdone.


El tema, volviendo a lo importante, es que mientras foll… trataba de reponerme, la puerta saltó por los aires. No se cómo carajo me habían logrado encontrar pero un par de hombres irrumpieron disparando como locos. Al menos la puta sirvió para evitar que me agujerearan, cogí a duras penas la pistola y salté con el maletín a través de la ventana para caer sobre un coche que estaba aparcado debajo. Aunque el golpe fue tremendo pude rodar, para arrastrarme hasta mi coche mientras los disparos seguían resonando a mi alrededor. Hecho jodidamente mierda logré arrancar y salir de allí echando leches. Solo había perdido algo de ropa y un par de costillas pero soy un profesional y lo importante estaba conmigo así que, sin perder más tiempo, me dirigí al centro para intentar solucionar mi situación de “indigencia”, ya me entiende.


¿El móvil, la cartera y demás? No, no tuve tiempo. Creí que el jodido paquete era más importante, la verdad. Apenas me quedaban un par de balas en la pistola y tuve que hacerle el puente al coche de nuevo para salir de allí. Es más, la ropa que llevo desde entonces se la tuve que quitar a un indigente de camino a la cita. Soy un hombre de recursos.


Ya solo podía pensar en llegar a la cita y entregar aquella cosa al viejo para cobrar lo que me restaba de la paga. Ese paquete era una sentencia de muerte continua y siempre he querido llegar a la jubilación, ¿sabe?

No tuve más problemas hasta la hora acordada. Los había logrado despistar y no me preocupaba mucho el resto. ¿El móvil? No, si nos encontraron en el aquarium no creo que fuese por él o por mi cartera… era un aparato de prepago sin datos importantes y las llamadas de la “Voz” siempre estaban codificadas. ¿No sabe eso su gente? Pensé que todas esas cosas eran algo básico para ustedes. Debieron de seguir al viejo o quizá hubo un infiltrado en su organización. No lo sé ni me importa la verdad.


Cuando llegué a la zona de reunión había al menos un centenar de personas disfrutando del día. Un viernes y con el sol que estaba haciendo era como un reclamo para que la gente se olvidase de las malas noticias del resto del país y se distrajesen un poco en familia.

Localicé al viejo fácilmente por lo que me acerqué a él sin prisa pero pendiente de todo alrededor. ¿Le he dicho ya que soy bueno en lo mío? Quizá el mejor.

El viejo parecía asustado pero revisó el paquete y abrió el maletín para comprobarlo lo que me pareció un tanto extraño. Pensé que después de lo sucedido quería comprobar que todo estuviese en su sitio. Yo también lo haría. Sin embargo, antes de que pudiésemos cerrarlo o darme mi dinero, un disparo apenas audible, le reventó la cabeza y me llenó de sesos la cara, haciendo caer el maletín al suelo.


¿Cómo? Pues no sé, quizá un rifle de francotirador con silenciador o algo así.


El maletín cayó al suelo pero pude salvar casi todo su contenido excepto un par de probetas que se rompieron contra el suelo. Creo que estaban vacías aunque tampoco podría asegurarlos. La gente tardó en percatarse de lo que ocurría y no fue hasta que al menos otras dos veces trataron de abatirme cuando toda la gente empezó a chillar y correr para salvarse. Yo decidí guarecerme tras los coches del parking pero estaba claro que al menos cuatro hombres estaban cercándome sin importarles las sirenas de los coches patrulla o los inocentes que caían heridos a mi alrededor.

Pude entrar en un coche con el maletín y arrancarlo, incluso atropellé uno de esos cabrones antes de que pudiese disparar pero el resto ya estaban alrededor abriendo fuego nuevamente contra mí. Apenas pude controlar el vehículo para huir de allí y un disparo afortunado destrozo la rueda delantera haciéndome perder el control para precipitarme al agua.

Por suerte la ventanilla de mi lado estaba hecha añicos por los disparos y buceé para no ahogarme dentro del coche, buscando los barcos amarrados para cubrirme de mis perseguidores. Fue una suerte.


¿El maletín? Ya se lo dije, con la caída al agua lo perdí de vista y no pude recuperarlo al salir. Creo que ellos aún pensaban que lo tenía por lo que no les será difícil sacarlo de allí. Verán que todo está en orden. Soy un profesional.

No, no he oído nada del incidente en los medios de comunicación, la verdad. En cuanto pude escapar de allí ustedes me encontraron y me trajeron a esta especie de bunker. ¿Cuántos muertos? Eso suena imposible, no hicieron tantos disparos… ah… las probetas… bueno, supongo que siempre hay alguien que paga por los errores de los demás, ¿no? Lo importante les aseguro que aún sigue en el maletín. Esa gente no puede haberlo encontrado en el fondo sin que ustedes lo supieran… ¿verdad?


Sí, gracias, el cigarro me ayudará a calmarme un poco.


Bueno… y ¿cuándo podremos hablar del dinero que se me debe?

Sí, claro, le espero aquí, total, no tengo prisa ni donde ir…


….


Ha tardado un poco más de la cuenta, ¿no cree? ¿Oiga? ¿oi…?

¿Qué coño es…? ¡Joder! ¡Hay un puto podrido en la sala! ¡Socorro!




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